¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida?
Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te abandones en Mí, todo se resolverá con tranquilidad según Mis designios.
No te desesperes, no Me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Cierra tus ojos del alma y dime con calma:
“¡Jesús, yo confío en Ti!”.
Evita las preocupaciones y angustias y los pensamientos sobre lo que pueda suceder después. No estropees Mis planes, queriéndome imponer tus ideas. Déjame ser Dios y actuar con libertad.
Abandónate confiadamente en Mí. Reposa en Mí y deja en Mis manos tu futuro. Dime frecuentemente:
“¡Jesús, yo confío en Ti!”.
Lo que más daño te hace es tu razonamiento y tus propias ideas y querer resolver las cosas a tu manera.
Cuando Me dices: “Jesús, yo confío en Ti”, no seas como el paciente que le pide al médico que lo cure, pero le sugiere el modo de hacerlo. Déjate llevar en Mis brazos divinos, no tengas miedo, YO TE AMO.
Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando. Cierra los ojos del alma y confía. Continúa diciéndome a toda hora:
“¡Jesús, yo confío en Ti!”.
Necesito las manos libres para poder obrar. No Me ates con tus preocupaciones inútiles. Las fuerzas de la oscuridad quieren eso: agitarte, angustiarte, quitarte la paz. Confía solo en Mí, abandónate en Mí.
Así que no te preocupes, echa en Mí todas tus angustias y duerme tranquilamente. Dime siempre: “¡Jesús, yo confío en Ti!”, y verás grandes milagros. Te lo prometo por Mi AMOR.
Tras escribir sobre la Imagen de la Divina Misericordia y la Hora de la Misericordia, en el post de hoy quiero continuar con esta serie de artículos dedicados a explicar las cinco formas de culto a la Divina Misericordia. Hoy me ocupo de la Coronilla de la Divina Misericordia, que es la oración que el Mismo Jesucristo enseñó a sor Faustina Kowalska entre el 13 y el 14 de septiembre de 1935 en Vilna.
Sus palabras textuales quedaron recogidas en su Diario: la Divina Misericordia en mi Alma, cuyo enlace os dejo para que podáis leerlo. Además, al igual que hice en los posts anteriores, he resaltado en negrita las palabras de Nuestro Señor, indicando el numeral del Diario en el que pueden leerse.
Sor Faustina explica en su Diario cómo Jesús le enseñó la forma de rezar la coronilla: “con un rosario común, del modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre Nuestro y el Avemaría y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre Nuestro, dirás las siguientes palabras: `Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero´; en las cuentas del avemaría, dirás las siguientes palabras: `Por Su dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero´. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: `Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten Piedad de nosotros y del mundo entero´” (Diario, 476).
En varias anotaciones del Diario, sor Faustina hace referencia a las promesas que el Señor le reveló para quienes rezasen la coronilla. “Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran Misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi Misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca Mi Misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi Misericordia” (Diario, 687).
“A las almas que recen esta coronilla, Mi Misericordia las envolverá en la vida y especialmente a la hora de la muerte” (Diario, 754).
“Defenderé como Mi Gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca del agonizante es rezada esta coronilla, se aplaca la ira divina y la insondable Misericordia envuelve al alma y se conmueven las entrañas de Mi Misericordia por la dolorosa Pasión de Mi Hijo” (Diario, 811).
“¡Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que recen esta coronilla! Las entrañas de Mi Misericordia se enternecen por quienes rezan esta coronilla. Anota estas palabras, hija Mía, habla al mundo de Mi Misericordia para que toda la humanidad conozca la infinita Misericordia Mía. Es una señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el Día de la Justicia. Todavía queda tiempo, que recurran, pues, a la Fuente de Mi Misericordia, se beneficien de la Sangre y del Agua que brotó para ellos” (Diario, 848).
“Diles a las almas, hija Mía, que les doy Mi Misericordia como defensa, lucho por ellas Yo solo y soporto la justa ira de Mi Padre” (Diario, 1516).
“Hija Mía, anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado. A quienes recen esta coronilla, Me complazco en darles lo que Me pidan. Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz. Escríbelo para las almas afligidas: Cuando un alma vea y conozca la gravedad de sus pecados, cuando a los ojos de su alma se descubra todo el abismo de la miseria en la que ha caído, no se desespere, sino que se arroje con confianza en brazos de Mi Misericordia, como un niño en brazos de su madre amadísima. Estas almas tienen prioridad en Mi Corazón Compasivo, ellas tienen preferencia en Mi Misericordia. Proclama que ningún alma que ha invocado Mi Misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi Bondad. Escribe: cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez Justo sino como el Salvador Misericordioso” (Diario, 1541).
“A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi Voluntad” (Diario, 1731).
En efecto, la coronilla es una oración especial para los moribundos, tal y como Nuestro Señor le hizo saber a sor Faustina, quien lo reflejó en distintos pasajes de su Diario:
“Al día siguiente, pasado ya el mediodía, cuando entré en la sala vi a una persona agonizante y supe que la agonía había empezado en la noche. Después de haberlo verificado supe que había sido cuando se me pidió rezar. De repente oí en el alma la voz: `Reza la coronilla que te he enseñado´. Corrí a buscar el rosario y me arrodillé junto a la agonizante y con todo el ardor de mi espíritu me puse a rezar esta coronilla. De súbito la agonizante abrió los ojos y me miró, y no alcancé a rezar toda la coronilla porque ella murió con una misteriosa serenidad. Pedí ardientemente al Señor que cumpliera la promesa que me había dado por rezar la coronilla. El Señor me hizo saber que aquella alma recibió la gracia que el Señor me había prometido. Aquella alma fue la primera en experimentar la promesa del Señor. Sentí cómo la fortaleza de la Misericordia cubría aquella alma” (Diario, 810).
“Cuando entré por un momento en la capilla, el Señor me dijo: `Hija Mía, ayúdame a salvar a un pecador agonizante; reza por él esta coronilla que te he enseñado´. Al empezar a rezar la coronilla, vi a aquel moribundo entre terribles tormentos y luchas. El Ángel Custodio lo defendía, pero era como impotente ante la gran miseria de aquella alma; una multitud de demonios estaba esperando aquella alma. Mientras rezaba la coronilla, vi a Jesús tal y como está pintado en la imagen. Los rayos que salieron del Corazón de Jesús envolvieron al enfermo y las fuerzas de las tinieblas huyeron en pánico. El enfermo expiró sereno. Cuando volví en mí, comprendí la importancia que tiene esta coronilla rezada junto a los agonizantes, ella aplaca la ira de Dios” (Diario, 1565).
“Y el Señor me dijo quién sostiene la existencia de la humanidad: son las almas elegidas. Cuando acabe el número de los elegidos, el mundo dejará de existir” (Diario, 926).
“A menudo acompaño al alma agonizante a gran distancia, pero experimento la mayor alegría al ver que sobre esas almas se realiza la promesa de la Misericordia. El Señor es fiel, lo que dice una vez, lo cumple” (Diario, 935).
“¡Cuánto deberíamos rezar por los agonizantes! Aprovechemos la Misericordia mientras es el tiempo de compasión” (Diario, 1035).
“Conozco cada vez mejor cuánto necesita cada alma la Divina Misericordia durante toda la vida, pero especialmente en la hora de la muerte. Esta coronilla es para aplacar la ira divina, según me ha dicho el [Señor] Mismo” (Diario, 1036).
“Y el Señor me ha dado a conocer que a través de esta oración se puede obtener todo” (Diario, 1128).
“Conocí también que esa oración era agradable a Dios y lo potente que es la coronilla” (Diario, 1791).
“Hoy el Señor entró en mi [habitación] y me dijo”: “Hija Mía, ayúdame a salvar las almas. Irás a casa de un pecador agonizante y rezarás esta coronilla con lo cual obtendrás para él la confianza en Mi Misericordia, porque ya está en la desesperación” (Diario, 1797).
Sor Faustina también explica otra forma distinta de rezar la coronilla. Se trata de la Novena de la Divina Misericordia, cuya realización también incluye una promesa de Jesucristo: “El Señor me dijo rezar esta coronilla durante nueve días antes de la Fiesta de la Misericordia. Debe iniciarse el Viernes Santo”. “Durante este novenario concederé a las almas toda clase de gracias” (Diario, 796).
En mi próximo post, dedicado a la Fiesta de la Divina Misericordia, explicaré con más detalle la vinculación entre la Novena de la Divina Misericordia y esta Fiesta tan importante en el calendario litúrgico.
Enlace de interés
Texto de la Coronilla de la Divina Misericordia.