El 30 de abril de 2020 se cumple el vigésimo aniversario de la canonización de santa Faustina Kowalska por el papa Juan Pablo II, convirtiéndose así en la primera santa en ser canonizada en el tercer milenio y en el Año Jubilar 2000.
La beata Faustina Kowalska fue la religiosa polaca a quien Jesús le encargó la misión de transmitir a todo el mundo un pilar de la fe cristiana: la infinita Misericordia, Bondad y Amor de Dios hacia el hombre.
El testimonio directo de Jesucristo dio origen al Diario, la Divina Misericordia en mi alma, que sor Faustina escribió para dejar constancia de todas las revelaciones privadas que le comunicó Nuestro Señor entre 1931 y 1938.
Por ello, santa Faustina Kowalska es considerada una apóstol de la Divina Misericordia, al transmitir las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia reveladas por Jesús: la Imagen de Jesús Misericordioso, la Hora de la Misericordia, la oración de la Coronilla, la Fiesta de la Divina Misericordia y la Difusión del culto a la Divina Misericordia.
De hecho, su fecha de canonización coincidió con el segundo domingo de Pascua, que el papa Juan Pablo II declaró como el Domingo de la Misericordia Divina en el mundo entero, instituyendo así la celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia que Jesucristo había reclamado a sor Faustina, cuyo vigésimo aniversario también se cumple el 30 de abril de 2020.
La visión que sor Faustina tuvo de su propia canonización
Sor Faustina tuvo una visión de su canonización, tal y como se puede leer en diversas anotaciones del Diario, que os transcribo por su interés.
“23 III 1937 (…) Recibí una gracia grande e inconcebible; Jesús tan Misericordioso me prometió que llegaré a ver la solemne celebración de esta Fiesta” (Diario, 1042).
“Este día 23 es el Martes Santo y un día en el cual Dios me ha concedido muchas gracias” (Diario, 1043).
“Súbitamente me inundó la presencia de Dios y de inmediato me vi en Roma, en la capilla del Santo Padre, pero a la vez estaba en nuestra capilla, y la solemnidad del Santo Padre y de toda la Iglesia estaba estrechamente unida a nuestra capilla, y de manera especial a nuestra Congregación; y participé al mismo tiempo en la solemnidad de Roma y la de aquí. Esta solemnidad estaba tan estrechamente unida a Roma que, aunque escribo, no alcanzo a distinguir [la diferencia entre una y otra], pero fue así como lo vi. Vi al Señor Jesús expuesto en la Custodia en el Altar Mayor, en nuestra capilla. La capilla estaba adornada solemnemente y aquel día podían entrar en ella todos, cualquiera que quisiera. Hubo tanto gentío que yo no lograba abarcarlo con la vista. Todos participaban en esa solemnidad con gran alegría y muchos recibieron lo que había deseado. La misma solemnidad tenía lugar en Roma, en un bello templo y el Santo Padre con todo el clero celebraba esta solemnidad. Y de repente vi a San Pedro que se puso entre el altar y el Santo Padre. ¿Qué decía San Pedro? No pude escucharlo, pero vi que el Santo Padre comprendía sus palabras…” (Diario, 1044).
“De pronto, algunos eclesiásticos que desconozco empezaron a examinarme y a humillarme, o más bien lo que había escrito, pero veía que Jesús Mismo me defendía y les hacía comprender lo que no sabían” (Diario, 1045).
“De súbito vi que de la Santa Hostia salieron los dos rayos que están pintados en la imagen y se esparcieron sobre el mundo entero. Eso sucedió en un solo momento, pero fue como si hubiera durado un día entero y nuestra capilla estuvo repleta de gente durante todo el día y todo ese día fue pleno de gozo” (Diario, 1046).
“Y de pronto vi al Señor Jesús vivo en nuestro altar tal y como está pintado en la imagen. Sin embargo, sentía que las hermanas y toda la gente no veían a Jesús así como lo veía yo. Jesús miró con gran bondad y alegría al Santo Padre, y a ciertos sacerdotes, y a todo el clero, y al pueblo y a nuestra Congregación” (Diario 1047).
“De repente fui raptada a la cercanía de Jesús y me presenté en el altar junto a Jesús y mi espíritu fue llenado de una felicidad tan grande que no puedo ni comprender ni describir. Un abismo de serenidad y de descanso inundó mi alma. Jesús se inclinó hacia mí y me dijo amablemente: `¿Qué deseas, hija Mía?´ Y contesté: `Deseo la gloria y el culto de Tu Misericordia´. `El culto ya lo recibo con la institución y la celebración de esta Fiesta; ¿Qué deseas más?´ Y miré esta gran muchedumbre que veneraba la Divina Misericordia y dije al Señor: `Jesús, bendice a todos los que están reunidos para rendirte honor a Tu Misericordia infinita´. Jesús trazó con la mano la señal de la Santa Cruz; la bendición se reflejó en las almas con un relámpago de luz. Mi espíritu se sumergió en Su Amor, sentí como si me disolviera en Dios y desapareciera en Él. Cuando volví en mí, una profunda paz inundaba mi alma y le fue concedido a mi mente comprender de manera milagrosa muchas cosas que antes habían sido incomprensibles para mí” (Diario, 1048).
“Soy sumamente feliz a pesar de ser la más pequeña y no quisiera cambiar nada de lo que Dios me ha dado. Ni siquiera con un serafín quisiera cambiar el conocimiento interior que Dios me da de Sí Mismo. Mi unión interior con Dios es tal que ninguna criatura puede comprenderla y, especialmente, el abismo de Su Misericordia que me envuelve completamente. Soy feliz con todo lo que me das” (Diario, 1049).
Por último, quiero compartir con vosotros la invitación que nos hacen las Hermanas de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia, del Santuario de la Divina Misericordia en Lagiewniki (Cracovia), a unirnos con ellas durante su Adoración de acción de gracias por la canonización de santa Faustina Kowalska: el 30 de abril, desde las 20:00 a las 21:30 horas.
La mayoría de las oraciones son en polaco, por lo que han puesto a vuestra disposición el texto completo de la Adoración en español para que podáis seguirlo.
El Viernes Santo comienza el rezo de la oración de la Novena a la Divina Misericordia. Jesucristo le pidió a sor Faustina Kowalska la preparación de la Fiesta de la Divina Misericordia por medio de una Novena particular, que consiste en el rezo de la oración de la Coronilla de la Divina Misericordia durante nueve días seguidos, que comienzan el Viernes Santo, con peticiones especiales para cada uno de los días.
Además, el rezo de la Novena incluía una promesa de Jesús, tal y como ella lo refleja en su Diario, la Divina Misericordia en mi alma. Como es habitual, os dejo plasmadas las palabras de Jesús en color negrita, junto con las anotaciones del Diario donde podéis leerlas.
“El Señor me dijo rezar esta coronilla durante nueve días antes de la Fiesta de la Misericordia. Debe iniciarse el Viernes Santo”. “Durante este novenario concederé a las almas toda clase de gracias” (Diario, 796).
“Jesús me ordena hacer una novena antes de la Fiesta de la Misericordia y debo empezarla hoy por la conversión del mundo entero y para que se conozca la Divina Misericordia”. “Para que cada alma exalte Mi Bondad. Deseo la confianza de Mis criaturas, invita a las almas a una gran confianza en Mi Misericordia insondable. Que no tema acercarse a Mí el alma débil, pecadora y aunque tuviera más pecados que granos de arena hay en la tierra, todo se hundirá en el abismo de Mi Misericordia” (Diario, 1059).
“Deseo que durante esos nueve días lleves a las almas a la Fuente de Mi Misericordia para que saquen fuerzas, alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las dificultades de la vida y especialmente en la hora de la muerte. Cada día traerás a Mi Corazón a un grupo diferente de almas y las sumergirás en este mar de Mi Misericordia. Y a todas estas almas Yo las introduciré en la Casa de Mi Padre. Lo harás en esta vida y en la vida futura. Y no rehusaré nada a ningún alma que traerás a la Fuente de Mi Misericordia. Cada día pedirás a Mi Padre las gracias para estas almas por Mi amarga Pasión” (Diario, 1209).
“Contesté: Jesús, no sé como hacer esta novena y qué almas introducir primero en Tu muy Misericordioso Corazón. Y Jesús me contestó que me diría, día por día, qué almas debía introducir en Su Corazón” (Diario, 1209).
Por tanto, quien quiera preparar la Fiesta de la Divina Misericordia puede rezar la Novena especial dictada por Jesucristo a sor Faustina, unida al rezo de la oración de la Coronilla. En cualquier caso, la novena, como pide Jesús, debe iniciarse el Viernes Santo y culmina el sábado antes de la celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia.
La Fiesta de la Divina Misericordia tiene el rango más alto de entre todas las formas de culto a la Divina Misericordia, debido a la magnitud de las promesas que Jesús reveló a sor Faustina, y a su posición en el calendario litúrgico de la Iglesia, ya que se celebra el primer domingo tras la Pascua de Resurrección (que en 2020 será el domingo 19 de abril).
Novena particular a la Divina Misericordia
A continuación, os dejo el texto literal de la Novena particular que Jesucristo le dictó a sor Faustina Kowalska y que ella plasmó en su Diario (1210-1229). La Novena se tradujo siguiendo textualmente el manuscrito de sor Faustina y, por tratarse de un documento válido, su Diario difiere del Devocionario traducido y preparado especialmente para uso de los fieles. Como veréis, la Novena del Devocionario integra el texto adaptado de la Novena particular para sor Faustina con el rezo final de la oración de la Coronilla de la Divina Misericordia.
PRIMER DÍA
“Hoy, tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y sumérgelos en el mar de Mi Misericordia. De esta forma, Me consolarás de la amarga tristeza [en] que Me sume la pérdida de las almas” (Diario, 1210).
“Jesús tan Misericordioso, cuya naturaleza es la de tener Compasión de nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en Tu Bondad infinita. Acógenos en la morada de Tu muy Compasivo Corazón y nunca nos dejes salir de Él. Te lo suplicamos por Tu Amor que Te une al Padre y al Espíritu Santo.
¡Oh, Omnipotencia de la Divina Misericordia!
Salvación del hombre pecador.
Tú [eres] la Misericordia y un mar de Compasión.
Ayudas a quien Te ruega con humildad.
Padre Eterno, mira con Misericordia a toda la humanidad, y especialmente a los pobres pecadores que están encerrados en el Corazón de Jesús lleno de Compasión, y por Su dolorosa Pasión muéstranos Tu Misericordia para que alabemos Su Omnipotencia por los siglos de los siglos. Amén” (Diario, 1211).
Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.
SEGUNDO DÍA
“Hoy, tráeme a las almas de los sacerdotes y las almas de los religiosos, y sumérgelas en Mi Misericordia insondable. Fueron ellas las que Me dieron fortaleza para soportar Mi amarga Pasión. A través de ellas, como a través de canales, Mi Misericordia fluye hacia la humanidad” (Diario, 1212).
“Jesús Misericordiosísimo, de Quien procede todo bien, aumenta Tu Gracia en nosotros para que realicemos dignas obras de misericordia, de manera que todos aquellos que nos vean, glorifiquen al Padre de Misericordia que está en el Cielo.
La Fuente del Amor de Dios
vive en los corazones limpios,
purificados en el mar de Misericordia,
resplandecientes como las estrellas,
claros como la aurora.
Padre Eterno, mira con Misericordia al grupo elegido de Tu viña, a las almas de los sacerdotes y a las almas de los religiosos; otórgales el poder de Tu Bendición. Por el Amor del Corazón de Tu Hijo, en el cual están encerradas, concédeles el poder de Tu Luz para que puedan guiar a otros en el camino de la salvación, y a una sola voz canten alabanzas a Tu Misericordia sin límite por los siglos de los siglos. Amén” (Diario, 1213).
Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.
TERCER DÍA
“Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de Mi Misericordia. Estas almas Me consolaron a lo largo del vía crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura” (Diario, 1214).
“Jesús infinitamente Compasivo, que desde el tesoro de Tu Misericordia les concedes a todos Tus gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de Tu Clementísimo Corazón y nunca nos dejes escapar de Él. Te lo suplicamos por el inconcebible Amor Tuyo con que Tu Corazón arde por el Padre Celestial.
Son impenetrables las maravillas
de la Misericordia.
No alcanza sondearlas ni el pecador ni el justo.
Miras a todos con Compasión.
Y atraes a todos a Tu Amor.
Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas fieles como herencia de Tu Hijo y por Su dolorosa Pasión, concédeles Tu Bendición y rodéalas con Tu protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la Santa Fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen Tu infinita Misericordia por los siglos de los siglos. Amén” (Diario, 1215).
Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.
CUARTO DÍA
“Hoy, tráeme a los paganos* y aquellos que todavía no Me conocen. También pensaba en ellos durante Mi amarga Pasión y su futuro celo consoló Mi Corazón. Sumérgelos en el mar de Mi Misericordia” (Diario, 1216).
“Jesús Compasivísimo, que eres la Luz del mundo entero. Acoge en la morada de Tu Piadosísimo Corazón a las almas de los paganos que todavía no Te conocen. Que los rayos de Tu Gracia las iluminen para que también ellas unidas a nosotros, ensalcen Tu Misericordia admirable y no las dejes salir de la morada de Tu Compasivísimo Corazón.
La Luz de Tu Amor
ilumine las tinieblas de las almas.
Haz que estas almas Te conozcan,
y junto con nosotros glorifiquen
Tu Misericordia.
Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas de los paganos y de los que todavía no Te conocen, pero que están encerrados en el muy Compasivo Corazón de Jesús. Atráelas hacia la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellas ensalcen la generosidad de Tu Misericordia por los siglos de los siglos. Amén” (Diario, 1217).
Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.
QUINTO DÍA
“Hoy, tráeme a las almas de los herejes y de los cismáticos**, y sumérgelas en el mar de Mi Misericordia. Durante Mi amarga Pasión, desgarraron Mi Cuerpo y Mi Corazón, es decir, Mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, Mis llagas cicatrizan y de este modo alivian Mi Pasión”.
“También para aquellos que rasgaron
la vestidura de Tu unidad,
brota de Tu Corazón la Fuente de Piedad.
La Omnipotencia de Tu Misericordia, ¡oh Dios!,
puede sacar del error también a estas almas” (Diario, 1218).
“Jesús Sumamente Misericordioso, que eres la Bondad Misma, Tú no niegas la Luz a quienes Te la piden. Acoge en la morada de Tu muy Compasivo Corazón a las almas de los herejes y las almas de los cismáticos y llévalas con Tu Luz a la unidad con la Iglesia. No la dejes alejarse de la morada de Tu Compasivísimo Corazón, sino haz que también ellas glorifiquen la generosidad de Tu Misericordia. Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas de los herejes y de los cismáticos que han malgastado Tus bendiciones y han abusado de Tus gracias por persistir obstinadamente en sus errores. No mires sus errores, sino el Amor de Tu Hijo y Su amarga Pasión que sufrió por ellos, ya que también ellos están acogidos en el Sumamente Compasivo Corazón de Jesús. Haz que también ellos glorifiquen Tu gran Misericordia por los siglos de los siglos. Amén” (Diario, 1219).
Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.
* Nuestro Señor originalmente usó las palabras “los paganos”. Desde el pontificado del papa Juan XXIII, la Iglesia ha juzgado apropiado el reemplazo por las expresiones “los que no creen en Cristo” y “los que no conocen a Dios” (ver el Misal Romano, 1970).
** Las palabras originales de Nuestro Señor son aquí “herejes y cismáticos”, ya que Él habló a sor Faustina según el contexto de su tiempo. Desde el Concilio Vaticano II, las autoridades eclesiásticas han considerado impropio usar esas denominaciones según las explicaciones expuestas en el Decreto Conciliar sobre el Ecumenismo (No. 3). Es apropiado usar en su lugar la expresión “los hermanos separados” (ver el Misal Romano, 1970).
SEXTO DÍA
“Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños, y sumérgelas en Mi Misericordia. Estas son las almas más semejantes a Mi Corazón. Ellas Me fortalecieron durante Mi amarga agonía. Las veía como ángeles terrestres que velarían al pie de Mis altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz de recibir Mi Gracia; concedo Mi confianza a las almas humildes” (Diario, 1220).
“Jesús, tan Misericordioso, Tú Mismo has dicho: `Aprendan de Mí, que soy manso y humilde de Corazón´. Acoge en la morada de Tu Compasivísimo Corazón a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños. Estas almas llevan a todo el Cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre Celestial. Son un ramillete perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios Mismo. Estas almas tienen una morada permanente en Tu Compasivísimo Corazón y cantan sin cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad” (Diario, 1221).
“De verdad el alma humilde y mansa,
ya aquí en la Tierra, respira el Paraíso,
y del perfume de su humilde corazón,
se deleita el Creador Mismo” (Diario, 1222).
“Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños que están encerradas en el muy Compasivo Corazón de Jesús. Estas almas son las más semejantes a Tu Hijo. Su fragancia asciende desde la Tierra y alcanza Tu trono. Padre de Misericordia y de toda Bondad, Te suplico por el Amor que tienes por estas almas y el gozo que Te proporcionan, bendice al mundo entero para que todas las almas canten juntas las alabanzas de Tu Misericordia por los siglos de los siglos. Amén” (Diario, 1223).
Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.
SÉPTIMO DÍA
“Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican Mi Misericordia de modo especial y sumérgelas en Mi Misericordia. Estas almas son las que más lamentaron Mi Pasión y penetraron más profundamente en Mi Espíritu. Ellas son un reflejo viviente de Mi Corazón Compasivo. Estas almas resplandecerán con un resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del Infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte” (Diario, 1224).
“Jesús Misericordiosísimo, cuyo Corazón es el Amor Mismo, acoge en la morada de Tu Compasivísimo Corazón a las almas que veneran y ensalzan de modo particular la grandeza de Tu Misericordia. Estas almas son fuertes con el Poder de Dios Mismo. En medio de toda clase de aflicciones y adversidades siguen adelante confiadas en Tu Misericordia, y unidas a Ti, cargan sobre sus hombros a toda la humanidad. Estas almas no serán juzgadas severamente, sino que Tu Misericordia las protegerá en la hora de la muerte.
El alma que ensalza la Bondad de Su Señor
es por Él particularmente amada.
Está siempre al lado de la Fuente Viva
y saca gracias de la Divina Misericordia.
Padre Eterno, mira con Misericordia a aquellas almas que glorifican y veneran Tu mayor atributo, es decir, Tu Misericordia insondable y que están encerradas en el Compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son un Evangelio viviente, sus manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones, desbordantes de gozo, Te cantan, ¡oh, Altísimo!, un cántico de misericordia. Te suplico, ¡oh, Dios!, muéstrales Tu Misericordia según la esperanza y la confianza que han puesto en Ti. Que se cumpla en ellas la promesa de Jesús, Quien les dijo: `A las almas que veneren esta infinita Misericordia Mía, Yo Mismo las defenderé como Mi Gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de la muerte´” (Diario, 1225).
Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.
OCTAVO DÍA
“Hoy, tráeme a las almas que están en la cárcel del Purgatorio y sumérgelas en el abismo de Mi Misericordia. Que los torrentes de Mi Sangre refresquen el ardor del Purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por Mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a Mi Justicia. Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de Mi Iglesia y ofrécelas en su nombre…. ¡Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con Mi Justicia!” (Diario, 1226).
“Jesús Misericordiosísimo, Tú Mismo has dicho que deseas la Misericordia. Heme aquí que llevo a la morada de Tu muy Compasivo Corazón a las almas del Purgatorio, almas que Te son muy queridas, pero que deben pagar su culpa adeudada a Tu Justicia. Que los torrentes de Sangre y Agua que brotaron de Tu Corazón apaguen el fuego del Purgatorio para que también allí sea glorificado el poder de Tu Misericordia.
Del tremendo ardor del fuego del Purgatorio,
se levanta un lamento a Tu Misericordia.
Y reciben consuelo, alivio y refrigerio
en el torrente de Sangre y Agua derramado.
Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas que sufren en el Purgatorio y que están encerradas en el muy Compasivo Corazón de Jesús. Te suplico por la dolorosa Pasión de Jesús, Tu Hijo, y por toda la amargura con la cual Su Sacratísima Alma fue inundada, muestra Tu Misericordia a las almas que están bajo Tu justo escrutinio. No las mires sino a través de las heridas de Jesús, Tu Amadísimo Hijo, ya que creemos que Tu Bondad y Tu Compasión no tienen límites” (Diario, 1227).
Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.
NOVENO DÍA
“Hoy, tráeme a las almas tibias y sumérgelas en el abismo de Mi Misericordia. Estas almas son las que más dolorosamente hieren Mi Corazón. A causa de las almas tibias, Mi Alma experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto de los Olivos. A causa de ellas, dije: `Padre, aleja de Mí este cáliz, si es Tu Voluntad´. Para ellas, la última tabla de salvación consiste en recurrir a Mi Misericordia” (Diario, 1228).
“Jesús Piadosísimo, que eres la Compasión Misma, Te traigo a las almas tibias a la morada de Tu Piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se parecen a cadáveres y Te llenan de gran repugnancia, se calienten con el fuego de Tu Amor puro. ¡Oh, Jesús tan Compasivo!, ejercita la Omnipotencia de Tu Misericordia y atráelas al mismo ardor de Tu Amor y concédeles el Amor Santo, porque Tú lo puedes todo.
El fuego y el hielo no pueden estar juntos,
ya que se apaga el fuego o se derrite el hielo.
Pero Tu Misericordia, ¡oh Dios!,
puede socorrer las miserias aún mayores.
Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas tibias que, sin embargo, están acogidas en el Piadosísimo Corazón de Jesús. Padre de la Misericordia, Te suplico por la amarga Pasión de Tu Hijo y por Su agonía de tres horas en la Cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de Tu Misericordia…” (Diario, 1229).
Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.
Enlaces de interés:
Novena a la Divina Misericordia
Texto de la Coronilla de la Divina Misericordia
En la actual situación de pandemia provocada por el coronavirus, la Penitenciaría Apostólica de la Iglesia ha establecido la concesión de la indulgencia plenaria a los fieles que recen la oración de la Coronilla de la Divina Misericordia “para implorar a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a Sí”.
Así ha quedado recogido en un Decreto firmado por el penitenciario mayor, cardenal Mauro Piacenza, y autorizado por el papa Francisco, dado en Roma el 19 de marzo de 2020, en el que se establece que “esta Penitenciaría Apostólica, además, concede de buen grado, en las mismas condiciones*, la indulgencia plenaria con ocasión de la actual epidemia mundial, también a aquellos fieles que ofrezcan la visita al Santísimo Sacramento, o la Adoración Eucarística, o la lectura de la Sagrada Escritura durante al menos media hora, o el rezo del Santo Rosario, o el ejercicio piadoso del Vía Crucis, o el rezo de la corona de la Divina Misericordia, para implorar a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a Sí”.
Las condiciones* a las que se refiere el Decreto para recibir la indulgencia plenaria son las habituales de confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre, en cuanto sea posible.
La indulgencia plenaria también se concede “a los fieles enfermos de coronavirus, sujetos a cuarentena por orden de la autoridad sanitaria en los hospitales o en sus propias casas si, con espíritu desprendido de cualquier pecado, se unen espiritualmente a través de los medios de comunicación a la celebración de la Santa Misa, al rezo del Santo Rosario, a la práctica piadosa del Vía Crucis u otras formas de devoción, o si al menos rezan el Credo, el Padrenuestro y una piadosa invocación a la Santísima Virgen María, ofreciendo esta prueba con espíritu de fe en Dios y de caridad hacia los hermanos, con la voluntad de cumplir las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), apenas les sea posible”.
Además, el Decreto recoge que “los agentes sanitarios, los familiares y todos aquellos que, siguiendo el ejemplo del Buen Samaritano, exponiéndose al riesgo de contagio, cuidan de los enfermos de coronavirus según las palabras del Divino Redentor: `Nadie tiene mayor amor que este: dar la vida por sus amigos´ (Jn 15,13), obtendrán el mismo don de la indulgencia plenaria en las mismas condiciones”.
Por último, el Decreto dispone que “la Iglesia reza por los que estén imposibilitados de recibir el Sacramento de la Unción de los enfermos y el Viático, encomendando a todos y cada uno de ellos a la Divina Misericordia en virtud de la comunión de los santos y concede a los fieles la indulgencia plenaria en punto de muerte siempre que estén debidamente dispuestos y hayan rezado durante su vida algunas oraciones (en este caso la Iglesia suple a las tres condiciones habituales requeridas). Para obtener esta indulgencia se recomienda el uso del crucifijo o de la cruz (cf. Enchiridion indulgentiarum, n.12)”.
La Coronilla de la Divina Misericordia
La Coronilla de la Divina Misericordia es la oración que el Mismo Jesucristo enseñó a la religiosa polaca sor Faustina Kowalska entre el 13 y el 14 de septiembre de 1935 en Vilna. El testimonio directo de Jesús dio origen al Diario, la Divina Misericordia en mi alma, en el que santa Faustina Kowalska dejó plasmadas todas las revelaciones que le transmitió Nuestro Señor.
A continuación, os he resaltado en color negrita las palabras de Jesús, indicando el numeral del Diario en el que podéis leerlas.
Sor Faustina explica en su Diario cómo Jesús le enseñó el modo de rezar la coronilla: “con un rosario común, del modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre Nuestro y el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre Nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por Su dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten Piedad de nosotros y del mundo entero” (Diario, 476).
En distintos pasajes de su Diario, sor Faustina hace referencia a las promesas que el Señor le reveló para quienes rezasen la coronilla. “Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran Misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi Misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca Mi Misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi Misericordia” (Diario, 687).
“A las almas que recen esta coronilla, Mi Misericordia las envolverá en la vida y especialmente a la hora de la muerte” (Diario, 754).
“Defenderé como Mi Gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte” (Diario, 811).
“¡Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que recen esta coronilla! Las entrañas de Mi Misericordia se enternecen por quienes rezan esta coronilla. Anota estas palabras, hija Mía, habla al mundo de Mi Misericordia para que toda la humanidad conozca la infinita Misericordia Mía. Es una señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el Día de la Justicia. Todavía queda tiempo, que recurran, pues, a la Fuente de Mi Misericordia, se beneficien de la Sangre y del Agua que brotó para ellos” (Diario, 848).
“Diles a las almas, hija Mía, que les doy Mi Misericordia como defensa, lucho por ellas Yo solo y soporto la justa ira de Mi Padre” (Diario, 1516).
“Hija Mía, anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado. A quienes recen esta coronilla, Me complazco en darles lo que Me pidan. Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz. Escríbelo para las almas afligidas: Cuando un alma vea y conozca la gravedad de sus pecados, cuando a los ojos de su alma se descubra todo el abismo de la miseria en la que ha caído, no se desespere, sino que se arroje con confianza en brazos de Mi Misericordia, como un niño en brazos de su madre amadísima. Estas almas tienen prioridad en Mi Corazón Compasivo, ellas tienen preferencia en Mi Misericordia. Proclama que ningún alma que ha invocado Mi Misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi Bondad” (Diario, 1541).
“A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi Voluntad” (Diario, 1731).
Para terminar, os dejo varias reflexiones de santa Faustina Kowalska sobre el rezo de la Coronilla de la Divina Misericordia:
“Conozco cada vez mejor cuánto necesita cada alma la Divina Misericordia durante toda la vida, pero especialmente en la hora de la muerte. Esta coronilla es para aplacar la ira divina, según me ha dicho el [Señor] Mismo” (Diario, 1036).
“Y el Señor me ha dado a conocer que a través de esta oración se puede obtener todo” (Diario, 1128).
“Conocí también que esa oración era agradable a Dios y lo potente que es la coronilla” (Diario, 1791).
“Y el Señor me dijo quién sostiene la existencia de la humanidad: son las almas elegidas. Cuando acabe el número de los elegidos, el mundo dejará de existir” (Diario, 926).
Enlace de interés
Texto de la Coronilla de la Divina Misericordia.