La devoción a la Divina Misericordia

Hace poco tiempo tuve la gran suerte de descubrir algo maravilloso que ha transformado mi vida: la devoción a la Divina Misericordia de Jesucristo, que a pesar de contar con una Fiesta litúrgica proclamada por el papa Juan Pablo II desde el 30 de abril de 2000, no tenía conocimiento de su existencia ni de la importancia transformadora que tiene en nuestras vidas.

Por ese motivo, en el post de hoy quiero compartir con vosotros este conocimiento, resumiendo sus hechos fundamentales y dejando también varios enlaces de interés que os animo a visitar para profundizar con más detalle en esta devoción.

Las revelaciones de Jesucristo a santa Faustina Kowalska

Entre 1931 y 1938, Jesucristo le hizo varias revelaciones a la religiosa polaca sor Faustina Kowalska (apóstol de la Divina Misericordia), a quien ordenó que quedaran plasmadas por escrito para explicar y dar a conocer el misterio de Su Divina Misericordia, lo que dio origen al Diario, la Divina Misericordia en mi alma. A continuación, os resumo las principales revelaciones:

  • Jesucristo quiere que las almas tengan plena confianza en Su Misericordia y Bondad sin límites, especialmente las de los pecadores, a quienes Jesús invita a acercarse a Él sin miedo, con el recipiente de la confianza.
  • El Amor de Dios por el hombre es infinito, superior a cualquier pecado y a todos los pecados del mundo entero.
  • El Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por la lanza en la Cruz, es la Fuente de la Divina Misericordia, de la que brotan el Agua que justifica las almas y la Sangre, símbolo de la vida de las almas.
  • Jesucristo desea que todas las almas arrepentidas y atormentadas acudan a esta Fuente de infinita Misericordia con plena confianza en el perdón de sus pecados, mencionando expresamente a los más grandes pecadores del mundo.
  • Jesucristo desea que el hombre tenga misericordia por el prójimo, haciendo al menos una obra de misericordia al día, que puede ser alguna de las siguientes: acción, palabra o mediante la oración. De esta manera, el hombre demuestra su amor al Señor.

Formas de culto a la Divina Misericordia

  • Venerar la Imagen de la Divina Misericordia, que Jesucristo ordenó pintar con la siguiente inscripción al pie: “Jesús, en Ti confío”. El Señor le reveló a sor Faustina que las almas que veneren esta imagen no perecerán. Podéis ver una reproducción de la imagen en la portada de mi blog.
  • La Fiesta de la Divina Misericordia, implantada en el calendario litúrgico de la Iglesia el primer domingo tras la Pascua de Resurrección. En ese día, “el alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas”, promete el Señor. Esta remisión tan extraordinaria solo es equiparable a la que se consigue con el Sacramento del Bautismo. Además, para conseguir la indulgencia plenaria, la Iglesia Católica instituyó en un Decreto la necesidad de orar ese día por las intenciones del Sumo Pontífice.
  • La Coronilla de la Divina Misericordia. Mediante el rezo de esta oración que Jesús enseñó a sor Faustina, el alma consigue que la Misericordia de Jesús la envuelva durante su vida y especialmente en la hora de la muerte, ya que el Señor la defenderá como Su Gloria. Jesucristo afirma que es la última tabla de salvación para los pecadores y manifiesta su alegría por quienes se acercan a Él confiando en Su Bondad y Misericordia. Es una oración poderosa: “A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi Voluntad”, promete Jesús. Además, el Señor insiste en la importancia de recitar esta coronilla a los moribundos para que Él interceda por sus almas ante Dios Padre, actuando como Salvador Misericordioso y no como Juez Justo. Quienes recen la coronilla junto al agonizante, obtendrán el mismo perdón.
  • Oración en la Hora de la Misericordia, a las tres de la tarde, cuando Jesús expiró en la Cruz. El Señor nos pide que a las tres de la tarde roguemos por Su Misericordia, especialmente para los pecadores y aunque sea por un brevísimo momento, nos sumerjamos en Su Pasión. Jesús también concreta otras peticiones a las tres de la tarde: adorar y glorificar Su Misericordia; suplicar Su Omnipotencia para el mundo entero, en especial para los pecadores; procurar rezar el Vía Crucis; si no es posible rezar el Vía Crucis, adorar el Corazón de Jesús en el Santísimo Sacramento; y si tampoco esto es posible, sumergirse en oración por un brevísimo instante allí donde nos encontremos. “En esa hora puedes obtener todo lo que pides para ti y para los demás”, promete Jesús. “En esta hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de Mi Pasión”, asegura el Señor.
  • La Difusión del culto a la Divina Misericordia. Jesús quiere que se difunda la devoción a Su Divina Misericordia. Sor Faustina Kowalska relata en su Diario que Dios prometió una gran gracia, “especialmente a ti y a todos los que proclamen esta gran Misericordia Mía. Yo Mismo los defenderé en la hora de la muerte como Mi Gloria aunque los pecados de las almas sean negros como la noche; cuando un pecador se dirige a Mi Misericordia, Me rinde la mayor gloria y es un honor para Mi Pasión”. Además, Jesús promete: “A las almas que propagan la devoción a Mi Misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador Misericordioso”.

Recursos de interés

El poder de transformar
El sentido del sufrimiento

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