Coronilla de la Divina Misericordia por la paz en Ucrania

«La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi Misericordia». Estas fueron las palabras que Jesucristo le reveló a santa Faustina Kowalska en 1934 y que la religiosa polaca registró en la anotación 300 de su Diario: la Divina Misericordia en mi alma.

Confiando en estas palabras del Señor y ante la guerra en Ucrania, la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia del Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia-Lagiewniki hacen un llamamiento mundial para rezar la oración de la Coronilla de la Divina Misericordia las 24 horas del día.

«Queremos invocar la Misericordia de Dios para toda la humanidad, para restablecer la paz en Ucrania y evitar la extensión del conflicto a otros países y continentes rezando con las palabras de la Coronilla de la Divina Misericordia», afirman desde la Congregación.

Además, destacan que esta oración que Jesús dictó a sor Faustina «es un arma poderosa con la que podemos cambiar el destino del mundo de forma incruenta».

Para unirse a la oración de la Coronilla de la Divina Misericordia por la paz en Ucrania, la Congregación solicita rellenar un breve formulario en el que cada persona puede inscribirse para rezar en el día y la franja horaria que elija. También es posible seleccionar la frecuencia con la que se va a rezar la Coronilla: solo un día, durante una semana, dos semanas o el mes entero. Finalmente, hay que indicar la ciudad o el país de residencia de la persona que reza.

Recordemos que Jesucristo vinculó una promesa al rezo de la Coronilla de la Divina Misericordia:

«A quienes recen esta Coronilla, Me complazco en darles lo que Me pidan» (Diario, 1541).


La Iglesia concede la indulgencia plenaria a quien rece la Coronilla de la Divina Misericordia “para implorar a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia de coronavirus, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a Sí”

En la actual situación de pandemia provocada por el coronavirus, la Penitenciaría Apostólica de la Iglesia ha establecido la concesión de la indulgencia plenaria a los fieles que recen la oración de la Coronilla de la Divina Misericordia “para implorar a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a Sí”.

Así ha quedado recogido en un Decreto firmado por el penitenciario mayor, cardenal Mauro Piacenza, y autorizado por el papa Francisco, dado en Roma el 19 de marzo de 2020, en el que se establece que esta Penitenciaría Apostólica, además, concede de buen grado, en las mismas condiciones*, la indulgencia plenaria con ocasión de la actual epidemia mundial, también a aquellos fieles que ofrezcan la visita al Santísimo Sacramento, o la Adoración Eucarística, o la lectura de la Sagrada Escritura durante al menos media hora, o el rezo del Santo Rosario, o el ejercicio piadoso del Vía Crucis, o el rezo de la corona de la Divina Misericordia, para implorar a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a Sí”.

Las condiciones* a las que se refiere el Decreto para recibir la indulgencia plenaria son las habituales de confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre, en cuanto sea posible.

La indulgencia plenaria también se concede “a los fieles enfermos de coronavirus, sujetos a cuarentena por orden de la autoridad sanitaria en los hospitales o en sus propias casas si, con espíritu desprendido de cualquier pecado, se unen espiritualmente a través de los medios de comunicación a la celebración de la Santa Misa, al rezo del Santo Rosario, a la práctica piadosa del Vía Crucis u otras formas de devoción, o si al menos rezan el Credo, el Padrenuestro y una piadosa invocación a la Santísima Virgen María, ofreciendo esta prueba con espíritu de fe en Dios y de caridad hacia los hermanos, con la voluntad de cumplir las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), apenas les sea posible”.

Además, el Decreto recoge que “los agentes sanitarios, los familiares y todos aquellos que, siguiendo el ejemplo del Buen Samaritano, exponiéndose al riesgo de contagio, cuidan de los enfermos de coronavirus según las palabras del Divino Redentor: `Nadie tiene mayor amor que este: dar la vida por sus amigos´ (Jn 15,13), obtendrán el mismo don de la indulgencia plenaria en las mismas condiciones”.

Por último, el Decreto dispone que “la Iglesia reza por los que estén imposibilitados de recibir el Sacramento de la Unción de los enfermos y el Viático, encomendando a todos y cada uno de ellos a la Divina Misericordia en virtud de la comunión de los santos y concede a los fieles la indulgencia plenaria en punto de muerte siempre que estén debidamente dispuestos y hayan rezado durante su vida algunas oraciones (en este caso la Iglesia suple a las tres condiciones habituales requeridas). Para obtener esta indulgencia se recomienda el uso del crucifijo o de la cruz (cf. Enchiridion indulgentiarum, n.12)”.

La Coronilla de la Divina Misericordia

La Coronilla de la Divina Misericordia es la oración que el Mismo Jesucristo enseñó a la religiosa polaca sor Faustina Kowalska entre el 13 y el 14 de septiembre de 1935 en Vilna. El testimonio directo de Jesús dio origen al Diario, la Divina Misericordia en mi alma, en el que santa Faustina Kowalska dejó plasmadas todas las revelaciones que le transmitió Nuestro Señor.

A continuación, os he resaltado en color negrita las palabras de Jesús, indicando el numeral del Diario en el que podéis leerlas.

Sor Faustina explica en su Diario cómo Jesús le enseñó el modo de rezar la coronilla: “con un rosario común, del modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre Nuestro y el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre Nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por Su dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten Piedad de nosotros y del mundo entero” (Diario, 476).

En distintos pasajes de su Diario, sor Faustina hace referencia a las promesas que el Señor le reveló para quienes rezasen la coronilla. “Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran Misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi Misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca Mi Misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi Misericordia” (Diario, 687).

“A las almas que recen esta coronilla, Mi Misericordia las envolverá en la vida y especialmente a la hora de la muerte” (Diario, 754).

“Defenderé como Mi Gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte” (Diario, 811).

“¡Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que recen esta coronilla! Las entrañas de Mi Misericordia se enternecen por quienes rezan esta coronilla. Anota estas palabras, hija Mía, habla al mundo de Mi Misericordia para que toda la humanidad conozca la infinita Misericordia Mía. Es una señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el Día de la Justicia. Todavía queda tiempo, que recurran, pues, a la Fuente de Mi Misericordia, se beneficien de la Sangre y del Agua que brotó para ellos” (Diario, 848).

“Diles a las almas, hija Mía, que les doy Mi Misericordia como defensa, lucho por ellas Yo solo y soporto la justa ira de Mi Padre” (Diario, 1516).

“Hija Mía, anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado. A quienes recen esta coronilla, Me complazco en darles lo que Me pidan. Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz. Escríbelo para las almas afligidas: Cuando un alma vea y conozca la gravedad de sus pecados, cuando a los ojos de su alma se descubra todo el abismo de la miseria en la que ha caído, no se desespere, sino que se arroje con confianza en brazos de Mi Misericordia, como un niño en brazos de su madre amadísima. Estas almas tienen prioridad en Mi Corazón Compasivo, ellas tienen preferencia en Mi Misericordia. Proclama que ningún alma que ha invocado Mi Misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi Bondad” (Diario, 1541).

“A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi Voluntad” (Diario, 1731).

Para terminar, os dejo varias reflexiones de santa Faustina Kowalska sobre el rezo de la Coronilla de la Divina Misericordia:

“Conozco cada vez mejor cuánto necesita cada alma la Divina Misericordia durante toda la vida, pero especialmente en la hora de la muerte. Esta coronilla es para aplacar la ira divina, según me ha dicho el [Señor] Mismo” (Diario, 1036).

“Y el Señor me ha dado a conocer que a través de esta oración se puede obtener todo” (Diario, 1128).

“Conocí también que esa oración era agradable a Dios y lo potente que es la coronilla” (Diario, 1791).

“Y el Señor me dijo quién sostiene la existencia de la humanidad: son las almas elegidas. Cuando acabe el número de los elegidos, el mundo dejará de existir” (Diario, 926).

Enlace de interés 

Texto de la Coronilla de la Divina Misericordia.


La Coronilla de la Divina Misericordia

Tras escribir sobre la Imagen de la Divina Misericordia y la Hora de la Misericordia, en el post de hoy quiero continuar con esta serie de artículos dedicados a explicar las cinco formas de culto a la Divina Misericordia. Hoy me ocupo de la Coronilla de la Divina Misericordia, que es la oración que el Mismo Jesucristo enseñó a sor Faustina Kowalska entre el 13 y el 14 de septiembre de 1935 en Vilna.

Sus palabras textuales quedaron recogidas en su Diario: la Divina Misericordia en mi Alma, cuyo enlace os dejo para que podáis leerlo. Además, al igual que hice en los posts anteriores, he resaltado en negrita las palabras de Nuestro Señor, indicando el numeral del Diario en el que pueden leerse.

Sor Faustina explica en su Diario cómo Jesús le enseñó la forma de rezar la coronilla: “con un rosario común, del modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre Nuestro y el Avemaría y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre Nuestro, dirás las siguientes palabras: `Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero´; en las cuentas del avemaría, dirás las siguientes palabras: `Por Su dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero´. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: `Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten Piedad de nosotros y del mundo entero´” (Diario, 476).

En varias anotaciones del Diario, sor Faustina hace referencia a las promesas que el Señor le reveló para quienes rezasen la coronilla. “Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran Misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi Misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca Mi Misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi Misericordia” (Diario, 687).

“A las almas que recen esta coronilla, Mi Misericordia las envolverá en la vida y especialmente a la hora de la muerte” (Diario, 754).

“Defenderé como Mi Gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca del agonizante es rezada esta coronilla, se aplaca la ira divina y la insondable Misericordia envuelve al alma y se conmueven las entrañas de Mi Misericordia por la dolorosa Pasión de Mi Hijo” (Diario, 811).

“¡Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que recen esta coronilla! Las entrañas de Mi Misericordia se enternecen por quienes rezan esta coronilla. Anota estas palabras, hija Mía, habla al mundo de Mi Misericordia para que toda la humanidad conozca la infinita Misericordia Mía. Es una señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el Día de la Justicia. Todavía queda tiempo, que recurran, pues, a la Fuente de Mi Misericordia, se beneficien de la Sangre y del Agua que brotó para ellos” (Diario, 848).

“Diles a las almas, hija Mía, que les doy Mi Misericordia como defensa, lucho por ellas Yo solo y soporto la justa ira de Mi Padre” (Diario, 1516).

“Hija Mía, anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado. A quienes recen esta coronilla, Me complazco en darles lo que Me pidan. Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz. Escríbelo para las almas afligidas: Cuando un alma vea y conozca la gravedad de sus pecados, cuando a los ojos de su alma se descubra todo el abismo de la miseria en la que ha caído, no se desespere, sino que se arroje con confianza en brazos de Mi Misericordia, como un niño en brazos de su madre amadísima. Estas almas tienen prioridad en Mi Corazón Compasivo, ellas tienen preferencia en Mi Misericordia. Proclama que ningún alma que ha invocado Mi Misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi Bondad. Escribe: cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez Justo sino como el Salvador Misericordioso” (Diario, 1541).

“A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi Voluntad” (Diario, 1731).

En efecto, la coronilla es una oración especial para los moribundos, tal y como Nuestro Señor le hizo saber a sor Faustina, quien lo reflejó en distintos pasajes de su Diario:

“Al día siguiente, pasado ya el mediodía, cuando entré en la sala vi a una persona agonizante y supe que la agonía había empezado en la noche. Después de haberlo verificado supe que había sido cuando se me pidió rezar. De repente oí en el alma la voz: `Reza la coronilla que te he enseñado´. Corrí a buscar el rosario y me arrodillé junto a la agonizante y con todo el ardor de mi espíritu me puse a rezar esta coronilla. De súbito la agonizante abrió los ojos y me miró, y no alcancé a rezar toda la coronilla porque ella murió con una misteriosa serenidad. Pedí ardientemente al Señor que cumpliera la promesa que me había dado por rezar la coronilla. El Señor me hizo saber que aquella alma recibió la gracia que el Señor me había prometido. Aquella alma fue la primera en experimentar la promesa del Señor. Sentí cómo la fortaleza de la Misericordia cubría aquella alma” (Diario, 810).

“Cuando entré por un momento en la capilla, el Señor me dijo: `Hija Mía, ayúdame a salvar a un pecador agonizante; reza por él esta coronilla que te he enseñado´. Al empezar a rezar la coronilla, vi a aquel moribundo entre terribles tormentos y luchas. El Ángel Custodio lo defendía, pero era como impotente ante la gran miseria de aquella alma; una multitud de demonios estaba esperando aquella alma. Mientras rezaba la coronilla, vi a Jesús tal y como está pintado en la imagen. Los rayos que salieron del Corazón de Jesús envolvieron al enfermo y las fuerzas de las tinieblas huyeron en pánico. El enfermo expiró sereno. Cuando volví en mí, comprendí la importancia que tiene esta coronilla rezada junto a los agonizantes, ella aplaca la ira de Dios” (Diario, 1565).

“Y el Señor me dijo quién sostiene la existencia de la humanidad: son las almas elegidas. Cuando acabe el número de los elegidos, el mundo dejará de existir” (Diario, 926).

“A menudo acompaño al alma agonizante a gran distancia, pero experimento la mayor alegría al ver que sobre esas almas se realiza la promesa de la Misericordia. El Señor es fiel, lo que dice una vez, lo cumple” (Diario, 935).

“¡Cuánto deberíamos rezar por los agonizantes! Aprovechemos la Misericordia mientras es el tiempo de compasión” (Diario, 1035).

“Conozco cada vez mejor cuánto necesita cada alma la Divina Misericordia durante toda la vida, pero especialmente en la hora de la muerte. Esta coronilla es para aplacar la ira divina, según me ha dicho el [Señor] Mismo” (Diario, 1036).

“Y el Señor me ha dado a conocer que a través de esta oración se puede obtener todo” (Diario, 1128).

“Conocí también que esa oración era agradable a Dios y lo potente que es la coronilla” (Diario, 1791).

“Hoy el Señor entró en mi [habitación] y me dijo”: Hija Mía, ayúdame a salvar las almas. Irás a casa de un pecador agonizante y rezarás esta coronilla con lo cual obtendrás para él la confianza en Mi Misericordia, porque ya está en la desesperación” (Diario, 1797).

Sor Faustina también explica otra forma distinta de rezar la coronilla. Se trata de la Novena de la Divina Misericordia, cuya realización también incluye una promesa de Jesucristo: “El Señor me dijo rezar esta coronilla durante nueve días antes de la Fiesta de la Misericordia. Debe iniciarse el Viernes Santo”. “Durante este novenario concederé a las almas toda clase de gracias” (Diario, 796).

En mi próximo post, dedicado a la Fiesta de la Divina Misericordia, explicaré con más detalle la vinculación entre la Novena de la Divina Misericordia y esta Fiesta tan importante en el calendario litúrgico.

Enlace de interés

Texto de la Coronilla de la Divina Misericordia.